La renuncia del papa Benedicto XVI y el nombramiento de un nuevo papa, el argentino Francisco I, ha llevado a muchos adventistas a preguntarse si este hecho tiene alguna relevancia profética. Por Marvin Moore
Durante más de ciento cincuenta años hemos identificado a la bestia que sube del mar mencionada en Apocalipsis 13 como el papado. Llegamos a esta conclusión comparando el cuerno pequeño presentado en Daniel 7: 24-25 con esta bestia procedente del mar descrita en el capítulo 13 de Apocalipsis. Entendimos que el cuerno pequeño de Daniel hacía referencia al período papal comprendido entre los años 538 y 1798, durante el cual la Iglesia de Roma habló en contra del Altísimo, oprimió a sus santos y trató de cambiar las festividades y las leyes (ver Daniel 7: 25). Estas predicciones se cumplieron, entre otras cosas, en la pretensión romana de que el papa es el vicario o representante de Cristo en la tierra (el propio Jesús afirmó que su representante es el Espíritu Santo, ver Juan 14: 16-17); en el cambio que hizo la Iglesia Católica del día de reposo del sábado al domingo; y en la persecución que llevó a cabo contra el pueblo de Dios. La profecía de los 1,260 años de Daniel también predijo el dominio papal sobre Europa entre el 538 y el 1798, el cual alcanzó históricamente su punto más alto durante el siglo XIII, después del cual comenzó su declive.
Obviamente, existen sorprendentes similitudes entre el cuerno pequeño de Daniel 7 y la bestia de Apocalipsis 13, que también blasfema contra Dios (vers. 1, 5, 6), persigue a los santos (vers. 7) y tiene autoridad para actuar durante 42 meses (vers. 5), es decir, 1,260 días. Sin embargo, mientras que Daniel predice el período papal de la Edad Media, Apocalipsis presenta el poder papal que habrá de existir en el tiempo del fin. En el versículo 3 leemos que el papado recibiría una herida mortal, predicción que se cumplió cuando el papa Pío VI fue llevado prisionero en febrero de 1798. Durante los cien años siguientes, el papado apenas tuvo influencia en la política europea. Sin embargo, comenzó su lenta recuperación hacia finales del siglo XIX y bien entrado ya el siglo XX. Lo más asombroso de la predicción de Apocalipsis 13 es que el papado recuperaría su poder político no solamente sobre Europa, sino sobre el mundo entero, como se deduce del versículo 7: «Se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación».
Efectivamente, esta interpretación profética va tomando una forma cada vez más definida. Uno de los hitos más claros de su cumplimiento se produjo en 1929, cuando el papado firmó un acuerdo con el gobierno italiano que confería al Vaticano autoridad política sobre más de 50,000 hectáreas de terreno, que actualmente conocemos cono Ciudad del Vaticano. Una vez más, el papado disfrutaba de la condición de «nación» independiente entre las naciones del mundo. Desde entonces la influencia papal no ha dejado de aumentar. A principios de la década de 1930, el Vaticano quiso firmar un acuerdo con Alemania similar al alcanzado con Italia, pero la constitución de la República de Weimar impedía tal acuerdo. Así que el Vaticano presionó al Partido de Centro alemán, declaradamente católico, para que se uniera al Partido Nazi con el fin de aprobar una ley orgánica en el parlamento alemán que concediera poderes dictatoriales a Adolf Hitler. El resto es historia. La cuestión fundamental es que la influencia política del papado a nivel mundial no ha hecho más que seguir aumentando.
Otra gran victoria política del Vaticano fue la caída del comunismo en Europa del este y la Unión Soviética. En junio de 1982 el papa Juan Pablo II se reunión con el presidente de Estados unidos, Ronald Reagan, en la biblioteca del Vaticano. Ambos líderes acordaron unir esfuerzos para intentar acabar con el comunismo en Polonia. El éxito fue rotundo. Juan Pablo inspiró a sus compatriotas polacos para que apoyaran a la oposición del Partido Comunista, y Reagan les proporcionó la tecnología necesaria para minar al gobierno. En junio de 1989, el gobierno comunista de Polonia sufrió un colapso, y en los meses siguientes el efecto dominó se extendió hacia el resto de las naciones de Europa del este. A principios de 1990 habían caído todos los regímenes comunistas de Europa del este, que fueron reemplazados por gobiernos democráticos de diversa índole. En diciembre de 1991 el gobierno comunista de la Unión Soviética sucumbió ante esta oleada. Es poco probable que en 1982 Reagan y Juan Pablo II hubieran imaginado que su acuerdo tendría un éxito tan arrollador. De nuevo, la cuestión fundamental de lo que venimos diciendo es que la influencia política del papado en el mundo continúa en expansión.
Y con esto llegamos a la actual situación. ¿Dónde nos encontramos ahora respecto al cumplimiento de las predicciones de Apocalipsis 13? Aunque durante los últimos cien años el papado ha hecho grandes progresos respecto a su poder político a nivel mundial, aún le falta un trecho por andar. Todavía no podemos afirmar que el Vaticano tiene autoridad política «sobre toda raza, pueblo, lengua y nación» (Apocalipsis 13: 7). Y si unimos a la primera bestia de Apocalipsis 13 la descripción de la segunda bestia (vers. 13-17), descubrimos que Estados Unidos se convertirá en el arma de refuerzo del dogma papal. Esto se deduce de los versículos 14 y 15, según los cuales la segunda bestia haría una imagen en honor a la primera bestia que, después de ser herida a espada, revivió, y mandó a matar a quienes no adoraran a la imagen. Esto todavía está en el futuro.
Entonces, ¿qué significado profético tiene la renuncia del papa Benedicto XVI y el nombramiento de Francisco I como su sucesor? Es comprensible que los adventistas nos hagamos esta pregunta, puesto que nos preocupa la aparente demora de la segunda venida y estamos ansiosos por ver a Jesús. Sin embargo, no veo nada proféticamente significativo en este breve capítulo papal que se ha producido a principios de 2013. Es mejor que centremos nuestra atención en las tendencias políticas internacionales, como el aumento de la influencia del Vaticano durante el último siglo.
Si ha existido un papa que haya cumplido las predicciones proféticas, en mi opinión ese ha sido Juan Pablo II, que alcanzó una gran popularidad y contribuyó inmensamente a la imagen positiva de la que goza hoy la Iglesia de Roma. El papado de Benedicto XVI fue más bien de poca trascendencia, y es demasiado pronto para hablar de cuál será la influencia de Francisco I en el mundo y en el cumplimiento de la profecía bíblica.
Hay un aspecto más que quiero mencionar aquí y tiene que ver con el papado según Apocalipsis 17, donde Juan describe a una mujer montada sobre una bestia de siete cabezas. La mayoría de los eruditos adventistas entiende que esta mujer simboliza al papado hacia el final de la historia de esta tierra, y yo estoy de acuerdo. En los versículos 9 al 11 se afirma que «las siete cabezas son siete colinas sobre las que está sentada esa mujer. También son siete reyes: cinco han caído, uno está gobernando, el otro no ha llegado todavía; pero cuando llegue, es preciso que dure poco tiempo. La bestia, que antes era pero ya no es, es el octavo rey. Está incluido entre los siete, y va rumbo a la destrucción». Algunos adventistas han sugerido que las siete cabezas de la bestia representan a los papas de Roma desde 1929 hasta el fin del tiempo. Los siete papas que se han sucedido en este período han sido Pío XI (1922-1939), Pío XII (1939-1958), Juan XXIII (1958-1963), Pablo VI (1963-1978), Juan Pablo I (1978), Juan Pablo II (1978-2005) y Benedicto XVI (2005-2013). El papa número ocho sería por tanto Francisco I que, según esta interpretación, será el último. Desde mi punto de vista, esta interpretación de Apocalipsis 17: 9-11 es pura especulación. No existen evidencias que sugieran que las siete cabezas simbolizan siete papas, mucho menos que la cuenta debería comenzar con Pío XI. Y el problema aún mayor que presenta esta corriente interpretativa es su intento de poner fecha, aunque sea aproximada, a la segunda venida de Cristo.
Intentar poner fecha a la segunda venida cuenta ya con una larga tradición histórica que se remonta al período apostólico (2 Tesalonicenses 2: 1-2). Pero Jesús nos advirtió, hace más de dos mil años, que no intentáramos predecir la fecha de este acontecimiento (Mateo 24: 36). Lamentablemente, la inquietud generada por tales predicciones continúa incitando a mucha gente a seguir especulando. Hasta el momento, todas las predicciones han fracasado, y continuarán fracasando. No permitamos que el cambio de papa nos conduzca a avanzar una nueva interpretación profética basada en la especulación.
Escríbenos tu comentario sobre este artículo
Para obtener este libro haz click aquí