Yo fui niña… ¿y tú?

Si te preguntara qué recuerdos tienes de tu infancia en la iglesia, seguramente coincidirías conmigo en frases como: «No toques el piano», «No corras por el pasillo», «No te metas ahí», «No hables fuerte»…Y lo triste es recordar las pocas personas que se agachaban hasta tu altura para hablar contigo, darte un caramelo, ofrecerte unos lápices de colores o simplemente regalarte una sonrisa.

La sociedad actual ya se ha dado cuenta de la importancia de atender las necesidades físicas y emocionales de los niños. Por ello, en muchos restaurantes y comercios ofrecen regalos, lápices de colores, lugares de recreo… todo aquello que los atraiga y les haga sentirse bien, es decir, con ganas de volver.

Gloria L. Trotman, en su libro Cómo ayudar a los niños a disfrutar de la iglesia para que sean amigos de Jesús, ha dado en el clavo en cuanto a involucrar a los niños en la adoración a Dios. Este pequeño libro está lleno de buenas ideas para que los adultos nos sensibilicemos con las necesidades de los más pequeños y veamos las cosas a través de sus ojos. Pero, ¿cómo pueden las iglesias llegar a ser sensibles a las necesidades de los niños? Gloria L. Trotman responde a esta pregunta: «Ser sensible a las necesidades de los niños significa planificar y preparar programas e instalaciones que satisfagan sus necesidades […] incluir a los niños en las actividades de la iglesia y que los líderes muestren buena disposición al cambio».

Esto supone no solo sillas de un tamaño adecuado para que los niños se sientan cómodos en el culto y lápices de colores para entretenerlos; sino todo un cambio en la mentalidad de los adultos, en su forma de tratarlos, así como en la elección de los temas de las predicaciones y la participación de los niños en la adoración. Pues, como bien menciona Gloria L. Trotman: «Si queremos que haya una iglesia en el futuro, se necesita un cambio en la de hoy». Cómo ayudar a los niños a disfrutar de la iglesia para que sean amigos de Jesús, señala estudios muy interesantes acerca de la gran cantidad de niños que cuando llegan a la adolescencia no se sienten parte de la iglesia y dejan de asistir a ella. Nadie ha contado con ellos, ni ha suplido sus necesidades físicas, sociales, de seguridad, espirituales y emocionales en la niñez.

Amigo lector, si en tu iglesia hay niños, si eres padre, madre, hermano, hermana, tío, tía, abuelo, abuela… o crees que el reino de los cielos es de los niños, te recomiendo la lectura de este libro. En él encontrarás las mejores ideas para que los más pequeños se encuentren a gusto e involucrados en la iglesia. Y lo más importante: que «se sientan impulsados a conocer mejor a Jesús y a ser sus amigos» hasta la eternidad.

Si en tu iglesia se están realizando iniciativas como las que propone este libro, te invito a compartirlas en nuestro blog. 

 

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