«El hombre de acero» (Man of Steel) se estrenará en junio de 2013, en Estados Unidos. No sé por qué estoy tan emocionada por ver esta película, pues no será la primera que veo sobre Supermán. ¿Será que mi admiración por Supermán es solo un reflejo de mi deseo de que haya un ser Todopoderoso al que le interese tanto la tierra como para ayudar a los pobres seres humanos? Y es que, visto lo visto en este mundo, necesitamos ayuda exterior de alguien sobrehumano.
Imagino que tanto tú, querido lector, como yo tenemos en mente al mejor Superhéroe y al único Supermán real que vino a la tierra a ser uno de nosotros: Jesús. Pero, ¿cómo era Jesús?, ¿era humano, era divino?, ¿cuál era su naturaleza? Yo creía tener bastante claras las respuestas a estas preguntas, pero me he quedado asombrada al leer La naturaleza de Cristo, de Roy Adams. No he podido dejar de leer, desde el principio hasta el final, este libro; pues expone diferentes posturas y opiniones sobre la naturaleza de Cristo y cómo pueden nuestras creencias sobre este asunto llevarnos hasta el extremo de creer que nosotros también podemos llegar a ser superhéroes, es decir, «perfectos» como Jesús.
Te invito a leer este libro para discernir qué dice la Biblia y Elena G. de White al respecto, y a encontrar respuestas a preguntas como:
- ¿Jesús en su ministerio terrenal tuvo una forma completamente humana?
- ¿Su cuerpo físico era capaz de pecar como los cuerpos humanos?
- ¿Solo tenía la forma de hombre mientras que en realidad era Dios?
- ¿Era semejante en todo a nosotros?
- ¿Sus pasiones eran semejantes a las de nuestra naturaleza humana caída?
- ¿Heredó la tendencia al mal del hombre?
- ¿Fue tentado en todo como nosotros?
- ¿Qué le diferencia de nosotros?
La naturaleza de Cristo enfrenta este interesante tema teológico de forma directa e inigualable, relacionándolo con el controvertido tema de la perfección. «Él no solo vino para darnos ejemplo, sino para ser nuestro Salvador. Si él fuera totalmente como nosotros —100%—, si él hubiera compartido con nosotros exactamente la misma herencia de pecado y culpa que todos recibimos de Adán, entonces habría sido un Salvador lisiado. Pero más aún, él mismo tendría necesidad de un Redentor». Doy gracias a Dios, porque Jesús es un superhéroe real y perfecto, que nació, vivió con nosotros, murió por nosotros y resucitó para darnos vida eterna.
Probablemente, me seguirán emocionando las películas de superhéroes, pero después de esas dos horas y veinte minutos la fantasía se acaba. Sin embargo, qué alegría da saber que la realidad supera la ficción, porque Jesús es real, un superhéroe que nunca falla y siempre nos acompaña.
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